Héctor Abad Faciolince* Los motivos del NO - Jurisdicción Especial
por Héctor Abad Faciolince. Hay
algo muy curioso en la propuesta del expresidente Uribe para sumarse al proceso
de paz. De los seis puntos en discusión en La Habana, a Uribe solo le preocupan
dos temas específicos (con lo cual, tácitamente, aprueba o pasa por alto los
otros cuatro).
A diferencia de lo que muchos piensan, las preocupaciones del
expresidente no son:
El punto sobre la tierra (Desarrollo Agrario Integral);
Ni el punto sobre desmovilización y zonas de concentración (Fin del
Conflicto);
Ni la sustitución de cultivos y demás parafernalia (Drogas Ilícitas); y
Menos aún el plebiscito (Verificación y Refrendación). El plebiscito le
choca sólo porque mediante él se aprobarían los dos asuntos que sí le importan.
Al descartar estos cuatro puntos, se nota que buena parte de la crítica
al proceso de paz no tiene nada qué ver con las proclamas patrióticas que
circulan por Twitter: toda la perorata sobre una supuesta “sustitución de la
Constitución” o la entrega del Estado al “modelo castrochavista” son carreta.
Uribe y sus aliados terratenientes saben que ahí no hay nada peligroso para sus
intereses. Todo eso, en el fondo, o está bien o les importa un pito.
Los puntos que les preocupan, y por los cuales Uribe se uniría a los
diálogos y al proceso de paz, para modificarlos, son:
El segundo (participación política) y
Sobre todo el quinto, víctimas, que en realidad lo que contiene es la
Jurisdicción Especial para la Paz y el Sistema integral de Verdad, Justicia y
Reparación.
A este punto el expresidente lo llama “impunidad”, pero, por otras declaraciones
suyas, lo que verdaderamente lo alarma del quinto tema no es que las Farc la
saquen barata, sino que a otros les salga muy cara: a esa Jurisdicción Especial
se pueden acoger los militares condenados por crímenes conexos al conflicto y,
a partir de ahí, cabe la posibilidad de que se llame a juicio también a los
civiles implicados por los militares. Este es el quid del asunto, y ahí están
los verdaderos motivos del NO.
Hoy en día hay en Colombia unos dos mil militares presos. La mayoría de
ellos están en la cárcel por condenas que tienen que ver con el conflicto
armado, directa o indirectamente: las recompensas gigantescas que provocaron
los falsos positivos se originaron en el afán de mostrar resultados contra las
Farc; las alianzas con los grupos paramilitares tienen el mismo origen; las
masacres que no se evitaron dependen de aquella consigna de que contra el
terrorismo todo se vale. Y bien: basta que una fracción de estos militares
condenados (generales, coroneles, suboficiales, soldados profesionales) quieran
contar toda la verdad para que se abra una cascada compleja que descubra una
trama, una telaraña, en la que pueden salir implicados muchos militares en
ejercicio o en uso de buen retiro. Y con ellos, luego, un grupo conspicuo de
empresas y civiles que los asesoraron y apoyaron económicamente. Esta es la
esencia de la ira. ¿Qué pasaría si un militar condenado quisiera hablar para
salir libre de inmediato, y así prendiera el ventilador? Pues que empezaría un
efecto dominó de consecuencias impredecibles.
Y aquí voy a decir lo que mucha gente lamentará que yo diga: si el
presidente Santos de verdad quiere hacer la paz con todo el país, debe
ofrecerles a los militares, y a Uribe, y a los intereses y miedos que él
representa, un trato que los cobije. Las penas atenuadas o conexas al conflicto
deben ser para todo el mundo. Me temo que aquí seguirá la guerra si algunos
militares y civiles reciben más penas y vergüenzas que la guerrilla. Si Santos
define un trato especial para militares y civiles implicados en el conflicto (y
sólo él tiene el poder de hacerlo), creo que hasta el CD votaría por el Sí en
el plebiscito. Aquí hay cierta derecha que no descansará hasta no ver presa o
muerta a la cúpula guerrillera; y cierta izquierda que no estará contenta hasta
no ver preso a Uribe y a sus amigos. A esa izquierda y a esa derecha hay que
desarmarlas con un perdón especial.
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